La fotografía que abre el reportaje, la marioneta de un jinete con ojos saltones, sintetiza en parte la apertura a nuevas visitas y a nuevas culturas. Este cambio en los personajes del reportaje también se produjo en el espacio físico, ya que como hacía una tarde soleada, las familias decidieron subir al terrado del edificio.
Una vez allí se desplegaron sillas, mesas y césped artificial para crear el ambiente adecuado. La dinámica al aire libre siguió el mismo orden que cuando se realizaba entre cuatro paredes: merienda, juegos y reunión de padres y madres. El mini tobogán de apenas un metro de altura, se convirtió en el juego más frecuentado por los niños, al que accedían con todo el temor y el respeto que les merecía observar la realidad desde las alturas.
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